Llega la época de calor en nuestro país y con ello las vacaciones de los más pequeños del hogar, los niños, niñas y adolescentes, sin embargo, verano y vacaciones no son lo mismo. ¿Has notado que tu hijo o hija está más irritable? ¿han aumentado la cantidad de “pataletas” o su intensidad? ¿está más confrontacional o ha tenido episodios de agresividad? ¿te cuesta regular o controlar su alimentación y sus necesidades durante el día? La respuesta a estas preguntas puede estar en la siguiente columna informativa, donde además te brindamos algunos consejos prácticos para fomentar estilos de vida saludables durante este período del año.
La clave a estas preguntas puede tener su origen en que, junto con el tiempo libre y la ausencia de obligaciones escolares, puede verse afectada la estructura de rutinas diarias, las cuales, según información del Ministerio de Educación, les permiten a los niños y niñas, sentirse seguros y tranquilos, aspectos indispensables para el bienestar integral y la reactivación de los aprendizajes. Estas rutinas se traducen en prácticas concretas y permanentes que se incorporan durante los diferentes momentos de la jornada diaria, asociadas a la progresiva independencia y responsabilidad que pueden asumir los niños y niñas según su etapa.
No obstante, el establecer ciertas rutinas no tiene que ver con las mismas actividades que se realizan en el año, sino que mantener horas de descanso, los horarios de comidas y cambiar los hábitos escolares por actividades domésticas o al aire libre, fomentando otro tipo de actividades que no son parte de la rutina habitual, permiten potenciar el desarrollo físico y también cognitivo como la realización de deportes, el contacto con la naturaleza, programas de verano, entre otros.
Una reciente revisión de evidencia científica publicada el 2024, señala que el contexto escolar favorece conductas saludables en los niños y niñas que normalmente no se visualizan durante el año, sin embargo, en las vacaciones, se tiende a acumular más actividades sedentarias, mayor tiempo en pantalla, patrones de sueño interrumpidos y selección de alimentos menos saludables, situación que afecta la salud y los patrones conductuales de los niños y niñas. Esta revisión analizó el efecto de programas de verano en la salud de los escolares (5 a 18 años) demostrando, tras analizar diversas investigaciones publicadas, que estos programas tienen un potencial relevante para promover conductas de movimiento más saludables en los meses de verano, aunque la evidencia fue limitada y se requieren más investigaciones.
Entonces, la evidencia indica que establecer rutinas de higiene, sueño, alimentación y tiempo libre controlado es fundamental para que se consoliden hábitos, así como también permiten lograr un entorno ordenado que favorece la regulación emocional, los ciclos de hambre y apetito, la confianza y la seguridad que requieren los niños, niñas y adolescentes para desarrollarse en un entorno estable que responde a sus necesidades. Pero, ¿cómo podemos lograr esta tarea o contribuir a establecer este orden? ¿debo como cuidador/a vigilar estas actividades diarias?
En general, se cree que durante este período es necesario realizar grandes panoramas para evitar el aburrimiento, sin embargo, este aburrimiento es el que desencadena procesos creativos importantes. Así mismo, pequeñas actividades diarias y cotidianas pero simples pueden transformarse en rutinas diarias durante este período de receso de actividades escolares. A continuación, se presentan una serie de estrategias para incorporar y reestablecer rutinas diarias sensibles a las necesidades de los niños y niñas, que a su vez pueden fomentar además estilos de vida más saludables:
- Prácticas de alimentación: involucrar a los niños, niñas y adolescentes según su etapa, en la preparación de algunas de sus comidas, ya que esto les permite desarrollar conocimientos, habilidades y actitudes en torno a los alimentos, las preparaciones y las instancias de interacción social. Comprar y seleccionar alimentos más saludables, aprovechando a la vez la alta variedad de frutas de la temporada. Preparar aguas de frutas, helados con puré de fruta o bolitas congeladas de yogurt pueden ser actividades didácticas y a la vez fomentar el consumo de alimentos saludables en los horarios establecidos
- Alimentarse en la mesa dentro del horario establecido: el comer en la mesa, en un entorno destinado a ello, con sus utensilios en el caso de los más pequeños (preescolares y lactantes) o integrados a las comidas familiares contribuye a establecer conductas alimentarias más saludables. A la vez el tener horarios de alimentación evita el exceso de “picoteos” en el día, la ingesta por emociones (como el aburrimiento) y favorece los ciclos de hambre, saciedad y sueño
- Horarios de sueño y descanso: aunque en el verano los horarios pueden cambiar y es posible ser flexible, es bueno limitar las horas de sueño de manera que se logre un sueño efectivo, así como respetar el horario de las siestas en menores de 4 años y por su parte, los niños y niñas más grandes que ya no realizan siestas, de igual manera necesitan tiempos de descanso entre momentos de mayor actividad. Así mismo regular el uso de pantallas antes de dormir, sobre todo en adolescentes y generar un espacio adecuado y tranquilo para este momento.
- Higiene y vestuario: hacerlos partícipe y responsables según su etapa, de las prácticas de higiene, o de su vestuario (como doblar, guardar, seleccionar su vestuario)
- Movimiento y juego al aire libre: Expresar emociones y sentimientos a través del movimiento y el juego es una de las actividades favoritas de los niños y niñas. Organizar a su vez pausas entre una experiencia y otra durante la jornada diaria. Posterior a juegos activos es necesario volver a la pausa antes de iniciar otras actividades rutinarias como bañarse, comer, dormir o realizar actividades domésticas.
- Proyectos de bien común: Desarrolle proyectos vinculados al bienestar del grupo a partir de una necesidad detectada en conjunto, esto ofrece oportunidades para que todas y todos puedan resolver problemas cotidianos a partir de los recursos locales, como pintar o redecorar algún espacio, generar un huerto o jardín, rincón de reciclaje, rediseño de prendas de vestir (en adolescentes puede ser útil este recurso).
Seguir estas recomendaciones no asegura el éxito, sin embargo, debemos recordar que la modificación de patrones conductuales es un proceso progresivo, y a medida que se vayan incorporando estas rutinas, también en forma paulatina, será posible notar los cambios en los niños, niñas y adolescentes, lo que, además, les permitirá adaptarse de mejor forma cuando retornen al ámbito escolar. Finalmente, todos debemos disfrutar de esta temporada y no morir en el intento.
Nicole Lasserre-Laso
Nutricionista, MSc. Nutrición Humana
Académica Escuela Nutrición y Dietética Universidad Santo Tomás
Investigadora Consorcio ELHOC Research